(O por qué la corrupción no es una excepción, sino un reflejo de nuestra sociedad)
El verdadero escándalo no es el caso Koldo. El escándalo es que cada pocos meses haya un "caso". Que la corrupción haya dejado de ser noticia para convertirse en paisaje. Que ya nadie se escandalice.
Cada nuevo nombre propio—Koldo, Gürtel, ERE, Kitchen, Tito Berni—es solo la etiqueta de un sistema que tolera, protege y recicla el saqueo del bien común. Pero este texto no va sobre ellos. Va sobre nosotros. Sobre ti. Sobre mí. Sobre la parte de la sociedad que se indigna un rato y luego vuelve al sofá. Que comparte un meme, pero no se organiza. Que maldice a los políticos, pero no cambia de hábitos. Que cree que el problema es el otro, y no el espejo.
No todos tenemos la misma culpa, pero sí compartimos la misma responsabilidad. No es justo decir que todos somos igual de culpables. No es lo mismo robar desde un cargo público que mirar hacia otro lado. Pero el sistema no se mantiene solo: se alimenta de nuestros silencios.
¿Dónde está instalada la corrupción?
En el Poder Ejecutivo, donde los contratos públicos, los cargos a dedo y las puertas giratorias son moneda habitual.
En el Poder Legislativo, donde se aprueban leyes a medida para intereses concretos, no para el bien común.
En el Poder Judicial, donde la justicia muchas veces llega tarde, mal o politizada.
En las empresas privadas, que pagan comisiones, inflan contratos y financian campañas a cambio de favores.
En los partidos políticos, que protegen a los suyos aunque roben, y callan para no perder votos.
Y sí, los ciudadanos también somos responsables. No por ser corruptos, sino por tolerar el sistema corrupto. Por repetir lemas sin pensar. Por no formarnos. Por votar por costumbre, por miedo o por hartazgo. Por resignarnos.
La indefensión aprendida: el mayor obstáculo
La corrupción no solo se mantiene por quienes la practican, sino por quienes han dejado de luchar contra ella. La indefensión aprendida nos ha convencido de que no podemos hacer nada, de que es inútil denunciar, de que el sistema nunca cambiará. Nos han acostumbrado a la resignación.
Pero esto es una mentira. La historia demuestra que los cambios sociales ocurren cuando la gente deja de aceptar lo inaceptable. La corrupción no es inevitable. Lo que la sostiene es nuestra pasividad.
La represión del denunciante
El que denuncia, molesta. Y al que molesta, se le machaca. Lo sé porque lo he vivido. He alzado la voz en nombre de otros y por mí mismo. He hablado de lo que vi en cárceles, hospitales y calles invisibles para los telediarios. Y me han hecho sentir que el problema era yo, no lo que denunciaba.
No soy el único. Hay miles de personas silenciadas. Ciudadanos corrientes, valientes, que se atreven a señalar la podredumbre y son aplastados por el aparato: administrativa, judicial, social o mediáticamente. La soledad del denunciante es otra forma de represión.
No es un caso. Es un sistema.
Lo que más debería alarmarnos no es que haya corrupción. Es que haya una estructura que la normaliza. Una cultura que la justifica. Una población que la tolera.
El problema no es Koldo. Ni solo los sobres. Ni solo los contratos. El problema es lo que aceptamos como normal en las instituciones.
¿Formación o resignación?
Puede que muchos no actúen porque no saben cómo. Puede que otros no actúen porque no quieren saber. Pero no es lo mismo ignorar por falta de oportunidades que elegir mirar hacia otro lado.
Si de verdad queremos cambiar algo, no basta con quejarse. Hay que formarse. Hay que entender cómo funciona el poder. Hay que esforzarse por dejar de ser peones para convertirse en jugadores del tablero.
Consumir también es votar
Cada vez que compras algo, estás financiando un modelo. Cada vez que eliges una marca, una plataforma, un banco, un proveedor... estás diciendo: esto lo apruebo, lo sostengo, lo mantengo.
No podemos exigir transparencia a los políticos mientras seguimos llenando los bolsillos de empresas que:
Explotan a sus trabajadores.
Defraudan al fisco.
Corrompen instituciones.
Contaminan impunemente.
Encarecen servicios básicos para engordar dividendos.
Lo llaman "libre mercado", pero tú puedes convertirlo en mercado consciente. No es posible una sociedad justa con un consumo irresponsable.
Transparencia y rendición de cuentas
No basta con denunciar la corrupción, es necesario exigir mecanismos efectivos de control. Auditorías independientes, acceso público a información gubernamental y sanciones reales para quienes desvían fondos públicos son esenciales.
Educación cívica y participación ciudadana
La formación no solo debe centrarse en entender el poder, sino también en cómo los ciudadanos pueden influir en él. La educación cívica desde edades tempranas es clave para generar una sociedad más consciente y activa.
Protección a denunciantes
La represión del denunciante es una de las mayores barreras para combatir la corrupción. Es necesario garantizar protección legal y social a quienes se atreven a exponer irregularidades.
Impacto económico de la corrupción
La corrupción no solo afecta la confianza en las instituciones, sino que también tiene consecuencias económicas graves. El desvío de fondos públicos afecta el desarrollo, la inversión y la calidad de vida de los ciudadanos.
Cambio cultural
La corrupción se mantiene porque se ha normalizado. Es fundamental cambiar la mentalidad colectiva, promoviendo valores de integridad y ética en todos los niveles de la sociedad.
La revolución que necesitamos solo puede venir de abajo
Ningún poder va a reformarse a sí mismo. Ningún corrupto va a entregarse por voluntad. La transformación tiene que venir de los de abajo: de los que sufren, de los que despiertan, de los que ya no se tragan el teatro.
La revolución que necesitamos no es violenta, pero sí radical. Radical en su raíz: formación, conciencia, ética, coraje. Solo así podremos acabar con la desigualdad social, económica y de derechos.
> "La peor cárcel no es de barrotes. Es la que te convence de que no puedes hacer nada."
Yo estuve allí. Literal y metafóricamente. Y salí. No para ser héroe. Sino para recordar que quien no se rinde, molesta. Y quien molesta... cambia cosas.
¿Y tú? ¿Vas a seguir mirando hacia otro lado?
"La corrupción se mantiene porque la toleramos. Rompamos el ciclo." "Evitemos el siguiente escándalo. La acción es nuestra responsabilidad." "Deja de esperar a que otros cambien el sistema. Empieza por ti."